miércoles, 31 de octubre de 2018

Doctor Who: Avance Temporada 11

Qué emoción tengo en el cuerpo con esta nueva temporada. Creo que todos los whovians hemos contado los días para ver a la nueva encarnación del doctor… o doctora. Porque ahora, el señor del tiempo es una timelady interpretada por Jodie Whitaker que ya saltó a la fama por su papel de afligida madre coraje en Broadchurch, precisamente junto a otro Doctor, David Tennant y a otro companion, Rory. Ya habíamos visto el look de la Whittaker con ese jersey reminiscencia de la bufanda del cuarto doctor y tirantes similares a los que vistiese Matt Smith. Pero necesitábamos verla en acción. Y, aunque siempre ocurre en el primer episodio con nueva regeneración, que se hace raro… con Jodie nos hemos hecho enseguida.

La serie ha empezado bien. Lleva cuatro episodios muy entretenidos. La verdad, había miedo ante la salida como showrunner de Steven Moffat que desde la 5 temporada de esta nueva iteración del personaje, com Matt Smith como cara del doctor, redefinió su universo. Ahora, llegaba, precisamente de Broadchurch, Chris Chibnall. Y la verdad se nota. Nueva cara para el doctor, nueva frescura en la serie. Como siempre, manteniendo su mitología y su magia, pero no cayendo en la repetición. Nuevos acompañantes, esta vez 3, como homenaje al primer doctor de William Hartnell, una suerte de familia disfuncional. Chico, chica-interés romántico y abuelastro. Y nueva Tardis, tocando un poco de nuevo el estilo Steampunk, que me flipa.

Además, me encanta que la serie, fiel a sus orígenes de infotainment, vuelva a visitar a personajes históricos (brutal el tercer episodio con Rosa Parks de por medio, pionera del movimiemto afroamericano junto a Luther King) Eso sí, esta vez los viajes del Doctor tienen un estilo visual y musical bastante distinto, espectacular, mucho más dinámico y cinematográfico. Se nota que BBC américa le ha dado fama al doctor y que se le mete más pasta al show. Como diría John Hammond: No hemos reparado en gastos.

En resumen: Echamos de menos a Capaldi, pero estamos ávidos de nuevas aventuras.


martes, 30 de octubre de 2018

Star Wars Resistance: Temporada 1

De momento la serie de David Filoni, sucesora de SW Rebels no ha dado la talla. Y me da rabia porque para mí Filoni es el sucesor espiritual de Lucas y creo que nadie maneja el universo de La Guerra de las Galaxias como él. Pero es que lleva 5 episodios, y deja mucho que desear en cuanto a tono. Si bien es cierto que tanto Clone Wars, que vuelve esta temporada, como Rebels comenzaron con estilos muy infantiloides y fueron madurando temporada tras temporada, creo que la audiencia, curtida ya con ambas series, demanda que Resistance arranque con algo más de fuerza, si no desde su primer episodio, si al menos desde el segundo o tercero.

De momento tenemos a un joven piloto de la Nueva República Kazuda Xiono, Kaz, captado por Poe Dameron y reconvertido a espía disfrazado de mecánico y puesto a trabajar en una gigantesca base espacial a ras de mar donde se llevan a cabo carreras. Qué hace allí? Pues buscar indicios de la existencia de la Primera Orden. La verdad mola que explore los años anteriores al episodio VII y que así nos ayude a ir hilando con la más reciente trilogía. Pero hace falta todavía recorrer un largo camino y profundizar más.

El look es también más cartoon, con un cell shading colorido que bien recuerda al anime de Polygon Pictures, los de A-jin, Godzilla, Blame y Knights of Sidonia.

En general la gente se ha mosqueado con la serie por aquello de rehuir del mundo Jedi. Yo creo que de algún modo, aunque sea de refilón, se tocará. Espera que no acaben recuperando a clásicos de Filoni como Ashoka Tano o Ezra de Rebels. En todo caso, a mí no me disgusta y se han hecho buenos productos ajenos a los Jedi, como Rogue One. De hecho incluso me apetece explorar esa vasta galaxia muy muy lejana, que tiene mucho que aportar más allá de los seres sensibles a la Fuerza.

Lo dicho, le daremos un voto de confianza. Porque es un producto Disney XD y ya sabemos como funciona eso.

Para resarcirnos, pronto nos llega esa última temporada de Clone Wars perdida en el tiempo y la serie de acción real The Mandalorian de Jon Favreau.



jueves, 25 de octubre de 2018

Crítica: Las terroríficas aventuras de Sabrina - Temporada 1

Qué poco conocedores somos en general en España de los comics de Archie y qué guerra empiezan a dar dos series basadas en su universo.

Por un lado tenemos Riverdale, que ya lleva un tiempo rodando y tres temporadas de Netflix que aquí por derechos tiene Movistar+ y que nos plantea precisamente un prisma diferente con el que mirar a Archie y sus amigos, uno bastante más real, oscuro y retorcido. Ya lo hicieron los comics, que en 2015 se relanzaron con un tono más adulto. Ahora le toca a las series.

E igual ocurre con la serie hermana de Riverdale, las escalofriantes aventuras de Sabrina, la bruja adolescente. Olvidaos de Melissa Joan Hart y de ese gato parlanchín que hacía chistes sobre José Luis Moreno. Porque la Sabrina de Netflix es la antítesis de su versión sitcom pero conserva todos los elementos propios de Sabrina. Como ocurriese con Riverdale, Roberto Aguirre-Sacasa ha cogido a los personajes de la bruja adolescente y los ha puesto en un contexto mucho más oscuro. Chungo, brujeril y satánico.

Porque sí, están todos: Sabrina, las tías Hilda y Zelda. El inocente Harvey Kinkle. Salem. Incluso Ambrose, el primo de Sabrina que salía en la serie animada de Filmation si alguno¡ la recuerda. Pero todos son diferentes. Esta vez toca contar una historia de brujas sin tapujos. Esta Sabrina, es un poco como debería ser la Buffy del 2018.

La historia arranca con Sabrina, una vez más una medio bruja que ha de decidir si vivir entre mortales o junto a su aquelarre. Y debe hacerlo ni más ni menos que en su deimosexto cumpleaños, el cual casual casualidad también coincide con su Bautismo Oscuro, su firma en el libro de Satán, el señor Oscuro y su consecuente entrada en la Iglesia de la Noche, de la que su padre fuese Sacerdote antes de morir.

Así pues, Sabrina Spellman ha de vérselas entre sus amigos del instituto de Greendale y la Academia de las Artes Oscuras de la Iglesia de la Noche. En Greendale tiene libertad, con las brujas, poder. Y ella los quiere ambos. Entre otras cosas, para acabar con el mismísimo señor oscuro el cual nunca dejará que Sabrina obtenga ese poder porque Sabrina… es una mujer y Satan… bueno, pues eso, un hombre.

La verdad es que el mensaje feminista y de empoderamiento que subyace bajo la mitología de los aquelarres queda patente aquí y a mí me ha encantado.

En esta serie las brujas comen carne humana, miran con desprecio a los mortales y asesinan. De hecho incluso entre ellas. Sólo hay que ver cómo Zelda le revienta la cabeza a su hermana Hilda y la mata cada vez que se mosquean. Zelda y Ambrose no dejan de fumar. Hay sexo entre brujas a calzón quitao...

El tono, desde luego, es oscuro, creepy, a veces campy y divertido y casi gore. Y es muy de agradecer. Te das cuenta de lo interesante que pueden llegar a resultar estos personajes cuando abandonan lo edulcorado y penetran en un mundo adulto sin tapujos.

Para los Whovians, hay que decir que tenemos a una mala malota encarnada por Michelle Gomez, la Missy de Doctor Who, personalmente el mejor Amo que ha dado la serie en sus
Más de 50 años de vida.

Los fans de la sitcom, ya digo, echarán de menos que Salem hable. Lo cierto es que su papel, aquí se desdobla entre Ambrose y el felino. Pero por lo que se deja ver del familiar de cuatro patas, la historia de Salem Saberhagen, el conquistador, puede dar mucho juego en futuras temporadas.

En cuanto a la estética, me ha encantado, porque han sabido darle lo mejor de la estética gótica, lo más chulo de los años 50 y mantener la historia en el presente, pero de forma muy sutil. Si no fuese por la aparición de algún teléfono móvil o por ciertos comentarios relacionados con la cultura popular cinematográfica no sabrías en qué época transcurre. Los vehículos, la música en ciertas escenas y hasta las televisiones son… muy de los 50.

En general un gran regreso de la bruja adolescente. No perfecto, eso sí. Pues a veces puede no mantener el nivel. Hay capítulos fantásticos mientras que otros, con demonios con careta de goma, no son tan placenteros. Pero en general, como planteamiento, como experimento y atrevimiento, a pesar de lo irregular del tono, creo que Sabrina funciona fenomenal. Hay que tomárselo, como lo que es. Como dice Zelda al matar a su hermana, es un juego, un juego oscuro.

Cuanto menos, escalofriantemente divertida. Y además… ya se filma segunda parte.

viernes, 19 de octubre de 2018

Crítica: Haunting of Hill House

Lo mismo si no llega a ser porque me enganché a ella según la estrenó Netflix, no me hubiese llamado la atención. Más aún cuando los devotos de la novela de Shirley Jackson la cataron y escupieron lo poquito que habían probado. Muchas veces en ese punto, dado el volumen de material audiovisual de calidad a nuestra disposición, hubiese dejado esta serie de lado. Pero resulta que me me puse a verla y que desde un primer momento tuve a mi disposición todos esos elementos que me gustan en una historia de terror clásica: Niños, casas encantadas, estudiosos de lo paranormal…

Ya digo, los conocedores de la novela gótica con la que Shirley Jackson prácticamente moldeó las historias de fantasmas de los años 50 en adelante, se rebotarán al ver esta serie. Al menos, si lo que buscan es una traslación fiel de la historia. Porque aquí sigue habiendo una señora Dudley y una puerta roja que no se abre, pero en esta versión (no olvidemos que ya había una película de Robert Wise y otra del 99 con Catherine Zeta Jones y Liam Neeson de por medio… en esta versión, su guionista y director, Mike Flanagan, ha hecho un poco de borrón y cuenta nueva.

Este señor, director de una peli que también me dio mucho miedito o al menos mal rollo hace ¾ años, Oculus, ha decidido contar la historia que le ha dado la gana y vestirla de The Haunting. Pero hay que reconocerle que, si nos olvidamos de la novela homónima, lo ha hecho genial.
Sí, porque se ha olvidado del toque más misterioso-detectivesco original para relatarnos la historia de un drama familiar. Pero además, no lo ha hecho de forma cotidiana, sino que ha creado a través de sus 10 episodios un puzzle maravilloso cuyas piezas vamos encajando capítulo a capítulo. Y con cada pieza encajada, el regustillo es sublime.

No penséis que es una serie de terror al 100%. La maldición de Hill House mezcla a partes iguales drama y terror. De un modo fabuloso, aunque a veces, dada la historia familiar, llegue a resultar moñas.

La historia se centra en la familia Crane, que a principios de los 90 decide mudarse a un caserón para rehabilitarlo y revenderlo. Hugh y Olivia son arquitectos y se mudan allí un verano con sus hijos para hacer reformas. De mayor a menor, los chavales son Steven, Shirley, Theo y los gemelos Luke y Nell. Todo parece normal al principio pero poco a poco todos ellos irán experimentando los horrores que alberga la casa más encantada de América. Algunos, paranormales, otros, relacionados con la madre Olivia, muy reales.

Y a la Stephen King en It, nos encontramos con estos niños y su padre, ya creciditos y haciendo sus vidas, cada un por su lado, en la actualidad. Mola porque de adultos vemos cómo serían esos típicos niños de peli de terror traumatizados, veinte años después.

Steve se dedica a investigar casos paranormales y a escribir sobre ellos aún y no creyéndose ni media. Shirley es dueña de una funeraria. Theo es psicóloga y además tiene el don de la psicometría. Es capaz de saber acerca de los lugares o las cosas que toca. Luke, se rehabilita en un centro contra la drogadicción y Nell ha ido de bajona en bajona y de psiquiatra en psiquiatra. Esto lleva precisamente a la pequeña, a volver a la casa y a suicidarse en extrañas circunstancias. Es el momento de reunirse de nuevo.

Así, empezamos a montar ese rompecabezas yendo adelante y atrás en el tiempo. Pero es que además, cada capítulo representa el punto de vista de uno de los personajes. La historia, digamos que transcurre en poco más de un día y medio. Pero vemos ese día y medio repetido desde todos los ángulos posibles y poco a poco atamos cabos. Hasta llegar al final del capítulo cinco. Sublime, por cierto. Hace tiempo que no me flipaba tanto una escena que ha llevado cinco capítulos construir.

En el seis, otro episodio majestuoso, la familia se reúne por fin para el funeral de Nell. Todos los miembros se reúnen así en el tanatorio que regenta Shirley. Pero es que el maldito Mike Flanagan nos cuenta el reencuentro a través de 5 impresionantes planos secuencia sin cortes, que nuevamente nos llevan atrás y adelante en el tiempo como si de una montaña rusa se tratase.

Como ya hiciesen otros autores y directores, Flanagan flirtea con la idea de fantasma. Del toro lo planteaba como un recuerdo que deja huella y similar es el concepto de Hill House. Un recuerdo. Una sombra. Un secreto…

Y así como funcionan las historias de cada uno de los personajes (en conjunto, pues por si solas algunas pueden resultar flojas, pero al vincularlas todo cobra sentido, en el pasado y en el presente), funciona sobremanera el elenco. Me hacen gracia los padres cuando son jóvenes, interpretados por Carla Gugino ella, que me parecía demasiado bella para el papel al principio pero me encajó perfectamente al final según el personaje de Olivia se pierde en la oscuridad. Y Henry Thomas es el joven Hugh. Ni más ni menos que el Elliot de ET ya crecidito. Nada le tiene que envidiar su contraparte en el presente, un Timothy Hutton que emana sosiego cada vez que aparece en pantalla. No os digo ya lo que molan los peques, sobretodo Luke y Nell, traumatizados por la visión de un tipo flotante con bombín y una señora con el cuello partido.

El terror de Hill House funciona muy bien en la TV en esta época de Monjas, Annabelles y Paranormal Activities. Y lo hace por saber conjugar emoción y miedo, con sustos puntuales de saltar en el sofá y momentos de tensión total. Hay casa encantada, niños y fantasmas? Si. Que no es nada nuevo? No. Pero esa familiaridad es también parte de la fórmula que hace que funcione. La serie juega con nuestras expectactivas hacia el género… y las deconstruye.

Aquí lo importante es revelar el misterio. Saber qué le pasó a la familia Crane entonces y qué les ocurre ahora. Qué les persigue. Qué les une y qué les distancia. En qué creen y en qué no.

Y eso, frikis, os tendrá colgados de esta serie hasta el último momento. El cual, ya me aventuro a decirlo, es algo más moñas de lo necesario.

jueves, 11 de octubre de 2018

Crítica: First Man


Atención Houston, aquí base lunar Hello Friki2… esto… tengo un problema. En el espacio nadie puede escuchar mis gritos. Así que no sé si este mensaje llegará hasta el cuartel general. Espero que el comandante Giacco pueda recibirlo y descodificarlo…


Saludos frikis… hablemos de First Man, la nueva película de Damien Chazelle, director de Whiplash y Lalaland, joven genio del cine que se planteó el reto de llevar la vida de Neill Armstrong a la gran pantalla. 

Hablamos del biopic del primer hombre que pisó la luna.

Y en términos generales puedo decir que First Man es… Larga. Lenta. Oscura. Sucia. 

Pero no os vengáis abajo. La película también es reflexiva, íntima y profunda. Damien Chazelle dice estar encantando de haber hecho algo que se encuentra en el polo opuesto de Lalaland.

Adaptada del libro de James R Hansen por el guionista Josh Singer, la cinta de casi dos horas y media, es una verdadera travesía entre el espacio exterior y el interior de Neill Armstrong. 

Karen, la hija del astronauta, se nos presenta desde el minuto uno como el Mcguffin que mueve la trama interior de su padre. Neill está tocado por el fallecimiento en dramáticas circunstancias de su pequeña. Un sentimiento que grita desde su pecho y del que no consigue escapar. Al menos mientras está en la Tierra. Gosling inexpresivo se complementa perfectamente con Claire Foy, que interpreta a su mujer, Janet y que funciona maravillosamente como el auténtico gancho emocional de la historia.

Desde luego, el titulo es acertado. Aquí no hablamos del viaje a la luna. Hablamos de quien lo realizó. Hablamos del hombre, Neil Armstrong, a quien pintan como un buen ingeniero pero un mal piloto con tendencias suicidas y un peligro para si mismo. Un tipo que parece querer escapar de su triste realidad y que sólo encuentra descanso en el silencio de las estrellas. 

De repente, Neill tiene la posibilidad de entrar a formar parte del equipo de ingenieros que trabajan en el viaje a la luna y esto supone un perfecto y necesitado nuevo comienzo para él y su mujer.

Así arranca esta historia que nos transporta a los EEUU de los 60. Esos 60 de urbanizaciones y bungalows. De vecinas que te dan la bienvenida al barrio con magdalenas y barbacoas en el jardín. 

Sin embargo, aunque se aprecia mucho del American way of life de la época, curiosamente, la película (algo que personalmente me ha gustado bastante) tiende a ser neutra, agnóstica, si no casi antipatriota, salvando momentos insoslayables. Una escena en la casa blanca, pero que podría haber sido en cualquier otro salón de invitados. Una rueda de prensa. Ídem. Y el momento cumbre, ese momento por el que Michael Bay lloraría, el de plantar la bandera de barras y estrellas en la superficie de Selene. Ese momento, filtrado por la dirección de Chazelle, queda relegado a un plano general, en el que el mástil queda a decenas de metros de la cámara y apenas se ve.

Tampoco se recrea demasiado con momentos de sobra conocidos o de corte histórico, como determinadas líneas de diálogo registradas entre Armstrong y Buzz Aldrin (muy bien interpretado por cierto, como no podía ser menos por Corey Stoll. Qué me gusta este hombre).

También pasa sin pena ni gloria LA frase por todos recordada que espetó Armstrong al pisar la superficie lunar por vez primera. Y ya digo, es de agradecer. Porque al final, Chazelle da una visión muy real de la carrera espacial. De la vida de los ingenieros. De cómo equilibraban trabajo y familia. De los riesgos y las pérdidas. Y plasma el primer alunizaje tal como fue, como una operación experimental, metódica, arriesgada y sin fanfarria, al margen de la campaña que la prensa y el gobierno norteamericano pudiesen hundir en pos de enfrentar la amenaza de sus rivales directos. Los soviéticos que, seamos sinceros, les ganaban por la mano. 

No quiere esto decir que todos estos momentos no queden reflejados en First Man. Ahí están. Las noticias. La prensa. El viaje… pero lo que de verdad le importa a Chazelle es la persona. El tumulto de sensaciones y las complejas decisiones de Neill Armstrong, un hombre que tenía una vida y que no buscaba formar parte de la historia.

Pero no me malinterpretéis. También importa y forma parte del mensaje, lo crudo de la carrera espacial. La propia Janet Armstrong describe a los ingenieros de la NASA como niños a los que le gusta hacer maquetitas. Las naves se muestran claramente como vehículos experimentales, sucios, incómodos, claustrofóbicos donde los astronautas son poco menos que sardinas en latas de conserva. Esa gente sabía lo que se hacía, pero no sabía como hacerlo. Sin duda, estaban abriendo nuevas puertas, jugándose la vida e inventando soluciones por el camino ante cada adversidad. Tanto es así que hay un momento en el que una navaja suiza salva el día y el despegue de un módulo puede realizarse. #improvisando

Hablemos precisamente de eso. De los vuelos. Desde el minuto uno, en el que se nos presenta a Neill como un piloto de vuelos de prueba, subiendo a la estratosfera con su avión, vemos como Chazelle quiere que conectemos con la experiencia. Es algo similar a lo que Cuarón hiciese con Gravity hace unos años. Pero claro, en los 60 todo era más sucio, más crudo, más peligroso. Y así quiere que lo sintamos en carne propia. Como algo mareante. No nos muestra el exterior de los vehículos, sino el interior; esos controles que tenemos a 10 centímetros de nuestra cara o esos remaches que van a saltar a nuestro lado. Casi sientes la presión de las atmósferas. A veces parece un auténtico parque temático. Pero uno de los buenos, donde te puede llegar a afectar la claustrofobia y donde las tripas se te revuelven cuando la nave pierde estabilidad y estás a punto de volver a ver los nachos con queso que te has zampado. Y eso también hace de esta una cinta única con un lenguaje propio y muy distinto a lo que estamos acostumbrados cuando de viajes espaciales se trata. 

Destaca la fotografía de Linus Sandgren, pero no sé si para bien o para mal. Porque sumergirnos en tanta suciedad y oscuridad sumado a las facciones casi inexpresivas de Gosling es a veces demasiado para el body. Desde luego el tono de la película no es como para verla en un mal día.

Por otro lado, hay que reconocerle el mérito a este director de foto, pues mola muchísimo que en las escenas hogareñas, Sandgren y Chazelle ruedan con cámaras de 16mm mientras que en la NASA, todo se rueda en 35mm y la imagen de algún modo cambia. Todo es más amplio, más luminoso, más metálico e impresionante. Al llegar a la luna, incluso rizan el rizo, mostrándonos unos impresionantes paisajes lunares en un amplísimo cuadro de cámaras IMAX de 65mm.

No es lo mejor de Chazelle. De hecho no esperéis ver al director de Whiplash o Lalaland. Es, simplemente diferente. Una película distinta que ha de jugar su mejor baza para no dejar de ser un biopic. 

Eso sí, sus metrajes siguen transpirando notas musicales. No lo puede evitar. Y de algún modo, el director juega con ese espacio en absoluto silencio con secuencias totalmente mudas y las combina con otras donde recuerda y casi homenajea los viajes espaciales de 2001, donde las naves surcan y casi bailan por el espacio exterior al ritmo de la genial banda sonora del ya acólito de Chazelle, Justin Hurwitz y que recupera el celemín como instrumento clásico relacionado con el espacio exterior.

First Man, esa travesía entre la cocina de casa y la luna sin duda te hace plantearte lo lejos que está nuestro satélite. Lo complejo y lo duro de un viaje así. Si es cierto que fuimos allí algún día o si todo cuanto tenemos grabado en nuestras retinas en obra de Kubrik. 

martes, 2 de octubre de 2018

Crítica: Spiderman (Videojuego para PS4)

Spidey ha tenido otros juegos anteriormente. (2010 shattered dimensions) Unos han tenido más éxito y otros menos. Pero creo que ninguno hasta la fecha ha logrado lo que ha conseguido este título: Sentir la experiencia de ser el hombre araña.

Y es que al comenzar a hablar de Marvel´s Spiderman, este juego exclusivo para PS4, hemos de empezar por tratar de definirlo con un calificativo. Es un juego de aventuras? Es un sandbox gigante? Un juego de superhéroes? Bueno, es todo eso y más.

Para mí, tiene lo mejor de juegos como Uncharted combinado con una experiencia superheróica como la de la saga Arkham de Rocksteady. Sí, las comparaciones son odiosas, pero es inevitable hacerlas.

De hecho a raíz del mix de Batman, no hace mucho que volví a sacarle todo el jugo al primer juego del hombre murciélago, Arkham Asylum en su versión remasterizada de Arkham Returns y claro, dar el salto a este Spiderman me ha hecho comparar ambos títulos como los primeros de una serie. Porque sí, frikis, indudablemente, Imsomniac trabajará en una secuela. No por nada este juego ha vendido millones de discos en su primer día en el mercado superando por ejemplo las cifras del box office del primer finde de Spiderman Homecoming.

Pero yendo al juego y planteando una diferencia sustancial con el Asylum de Batman. Aquel, aunque amplio, nos planteaba las andanzas de Bruce Wayne en pos de liberar el manicomio de Arkham de las manos del Joker. Y por tanto, estábamos limitados por la estructura del lugar. Esto se superó con Arkham city y por supuesto se volvió a rizar el rizo con el Arkham Knight, que nos permitía recorrer con nuestro Batmobile las calles de Gotham.

Entonces llega Insomniac, (los del Spyro o Ratchet y Clank) y dice. Vale, pues vamos a hacer un juego de Spiderman. Vale. Y será un sandbox gigante con todo Nueva York para disfrutar. Y es ahí cuando se te caen los palos del sombraje. Mira que me agobian los sandbox gigantes (lo que decía Isra antes de los mundos abiertos). Yo soy gamer de los 90 de los que necesitan que le marquen una dirección a seguir. Pero puedo reconocer que con este juego, me lo estoy pasando en grande. Casi casi estoy haciendo turismo por la gran manzana. Y de hecho, si no avanzo más rápido con la historia principal es porque me paso las horas muertas muchas noches recorriendo las calles neoyorquinas, haciendo fotos a edificios históricos, rescatando palomas, buscando el rastro de Gata Negra o viejas mochilas de Peter esparcidas por la ciudad con algunos recuerdos coleccionables de aventuras. Pasadas. Y lo mejor de la ciudad, es que no hay obstáculos. Tan pronto estás en una terraza, como balanceándote de una escalera de incendios, saltando sobre una estatua, colgando de un puente o cayendo al agua junto a unos astilleros. Y mejor aún, es una ciudad viva. Este es un gran salto con respecto a la saga del hombre murciélago. En ella, y justificadamente, Gotham estaba vacía y sólo los matones la recorrían. Pero la nueva york del cabeza red es diferente. Las calles están repletas de gente, de coches, de camiones de reparto, de taxis… los trenes van de un lado a otro, las parejas toman cafés en las terrazas, la gente organiza fiestas en las azoteas de los edificios y las ardillas suben y bajan de los árboles de Central Park. Es una pasada y no hay ni un lag. Alucino. De hecho, puedes interactuar con esta gente, chocarte con ellos, escuchar sus alabanzas y sus críticas. Te piden autógrafos, te insultan… de hecho, con respecto a estas voces, ya aprovecho para decir que el doblaje en castellano, al menos en lo que a los protagonistas respecta, es una auténtica obra de arte. Especial mención a Mario García que ya le pusiera voz a Peter en Spiderman Homecoming y que repite en el juego, recreando horas y más horas de un spiderman supercharlatán perfecto, tal cual es en la viñeta. No calla ni debajo del agua, ni mientras se enfrenta a sus rivales, por peligrosos que sean. Eso sí, un punto negativo para los biandantes y algunos personajillos de la ciudad que, no sé si por falta de tiempo o de presupuesto, se han quedado sin doblar y claro, queda raro que de repente te digan “hey man, what’s up, Spidey” y al rato “me encantas tío, eres lo más”. Pensé que sería un errorcete que subsanarían con parches y actualizaciones pero de momento nada de nada.

Esto, que diréis… “bueno, no pasa nada”. Ya, pero es que el juego tiene algo chulísimo y es que no sólo de la historia principal o de las misiones secundarias vive la araña. Es que para mejorar esa experiencia que os comento de sentirte bajo la máscara de Peter Parker, muchas veces va a ocurrir que cuando vayamos columpiándonos de rascacielos en rascacielos, nos vamos a topar con maleantes, ladrones, delincuentes y secuestradores a quienes hemos de detener. Normalmente llevaremos sintonizada la frecuencia de la policía. Y claro, no mola que cuando salvas a alguien y le sacas del maletero de un coche, te lo agradezca con un “thank you so much”.

Vamos con los personajes. El principal, obviamente, Peter. Un jashondo de la vida. Ya digo, porque no calla en ningún momento (Mario García comentó que perdía la voz en las sesiones de doblaje) y porque, incluso cuando entras en el menú y abres la galería de personajes secundarios para leer sus perfiles, todos ellos están escritos por Peter. Incluso el suyo, que está en primera persona y siempre metiendo chistes.

Pero lo genial de este Peter Parker es que no es como el de Homecoming. No es un chaval de instituto ni un novato. Es un profesional, un veterano que lleva 8 años combatiendo el crimen en Nueva York y que ahora trata de salir al mundo real, de triunfar en su trabajo, de vivir por sí mismo… y se enfrenta a despidos, desahucios… y a su doble vida como trepamuros que al final destruye sus relaciones personales. Con May, con Doc Ock, con MJ… Mola, porque está curtido y se maneja de la leche como héroe, pero sigue sufriendo precisamente por ser quien es.

Y luego están los personajes no superheróicos, con los que estaremos en contacto duirante todo el juego, no sólo a través de cinemáticas sino bien porque nos pongamos en su piel o porque nos llaman por teléfono (a veces incluso mientras pateamos culos mafiosos) o bien porque los escuchamos en internet, como a JJ con su podcast:

Otto Octavius: el mejor Octopus de la historia al nivel del de Alfred Molina. Buenazo al principio que poco a poco se torna en un ser cruel. Por cierto, con una enfermedad neuromuscular que lo va inmovilizando y que es la razón de su obsesión por las prótesis cibernéticas que lleva a la espalda. Le adoras, le odias y le compadeces, todo a partes iguales.

Tia May: Personajazo. Ya sabéis, madraza y mujer empoderada. Aquí la vemos además fuera de su hogar y de su zona de confort, trabajando en un refugio para sin techo de Nueva York, como una campeona, a las órdenes del filántropo Martin Lee. La amas.

Mary Jane: Otro personaje con una perspectiva diferente a la que nos tienen acostumbrados. A parte de que tiene un rollito diferente y está guaopísima, vamos a olvidarnos de esa MJ modelo o actriz que conocíamos. Ahora está en primera línea, casi de sidekick de Spiderman, metida en todos los embolados trabajando como reportera del Bugle para Robby Robertson (J Jonah Jameson ya está jubilado, aunque haciéndonos la competencia en el mundo podcastil). MJ está a tope e incluso jugamos como ella en un par de ocasiones en misiones de infiltración. Mola porque además, está en un momento de ruptura con Peter, con lo que tú deseas que se arrejunten en todo momento.

Yuri Watanabe y Martin Lin: Si no me equivoco, dos personajes creados ad hoc para el juego. Ella, la oficial de policía compinche de Spidey. Él, el jefe de tía May, un tío majísimo que usa su fortuna para ayudar a los demás, pero que también esconde un oscuro secreto.

Norman Osborn y Harry: El primero, carismático y cabrón como de costumbre, aquí es el alcalde de NY. Harry, anda por ahí, enfermo y sirve de excusa para lanzar misiones secundarias de investigación.

Miles Morales: La gran sorpresa. Qué momentazo cuando le ví la primera vez. Pensaba que era un cameo. Así que cuando tocó ponerse en su piel y ver que tenía peso en la historia, ya lo flipé. Genial, Miles, el mega fan de Spiderman. Aquí no viene de otra dimensión. Simplemente convive en el mismo mundo que Peter. Es un neoyorquino más.

De los enemigos también hay que hablar. En primer lugar, de Wilson Fisk, Kingpin, quien tras 8 años dando por saco es por fin vencido por Peter. Y precisamente a raíz de su encarcelamiento, parece que el equilibrio de poderes en nueva york, se rompe y comienzan a aparecer nuevas amenazas, entre ellas, los Demonios, una banda mafiosa con armas de energía negativa y máscaras chinas.

Los seis siniestros: Y luego están los seis sinisestros. Porque hemos dicho que Peter ya no es ningún yogurín y a sus 23 años necesita retos de verdad. Así que por qué iba a enfrentarse a Rhino, a Shocker, a Scorpion o a Taskmaster por ejemplo por separado? Pongamos a todos sus enemigos juntetes para una mayor epicidad.

Por cierto, para épica, la banda sonora. Una auténtica obra maestra digna de una superproducción. No veas cómo motivan los acordes de John Paesano mientras nos balanceamos y saltamos entre rascacielos. A veces algo repetitiva, pero siempre cañera y dándole un significado extra a cada escena.

La historia, por cierto, no lo hemos dicho, las 15 horas aprox de juego y las casi 30 horas de misiones secundarias y paseos neoyorquinos se deben a un guionazo de 3300 páginas, escrito por gente que conoce muy bien al cabeza de red. Por ejemplo, Dan Slott, al que todos odiábamos por matar a Peter y poner a Doc Ock en su lugar como Superior Spiderman, pero al que hemos aprendido a querer con el tiempo. O como Christos Gage, que escribe precisamente Superior Spiderman y ha escrito para la serie de Daredevil o libros spin off de Civil War o World War Hulk, así como está finiquitando una precuela literaria de este juego.


En cuanto a la jugabilidad, esto es otro punto a favor del juego. Al principio todo es tutorial. De hecho, un punto un tanto negativo del juego es lo lento de su inicio, que si bien nos pone directamente en la calle a movernos y tratar de estampanarnos contra los edificios mientras aprendemos los truquitos de Peter, y tiene un arranque de traca con el enfrentamiento con Fisk, después, nos deja sueltos por NY, por donde vamos como pollo sin cabeza activando antenas para descubrir misiones secundarias y entrando muy poco a poco en la vida de Peter. Ala, eso sí, una vez que la historia coge inercia, no puedes dejar de jugar.

Ya digo, la jugabilidad, perfe. Es que puedes ir en cualquier dirección, colgarte de cualquier rincon, esquivar, golpear, rebotar en las paredes, hacer volteretas y todo con una elegancia y sutilezas dignas de una araña acróbata. Al principio estamos un poco limitados, pero según avanzamos y cumplimos misiones, le hacemos upgrades al traje y ganamos de experiencia, subiendo de nivel, lo que nos ayuda a desbloquear nuevos trajes (esto parece Spiderverse, hay de todo, noir, araña escarlata, el traje Stark de Homecoming…) y cada traje viene con nuevos poderes, a los que le unimos nuevos movimientos en un árbol de habilidades, y nuevos gadgets a cada cual más molón, que abren mil posibilidades nuevas a la hora de enfrentarnos a nuestros enemigos. De hecho este es un factor chulo. La insistencia en el afán por la ciencia de Peter, por inventar cacharritos, o resolver puzzles en el labo del Doctor Octavius, por ejemplo reparando circuitos de placas base, o en las estaciones de investigación de Harry osborn, donde hemos de emplear entre otros el espectrómetro de masas para resolver la fórmula que contamina el puerto o eliminar humos nocivos del cielo neoyorquino.

Por último, hay que reconocer que hay que darle las gracias a Insomniac por dos motivos. Uno, porque este juego no te saja con microtransacciones. No existen. Niente online. Y dos, porque desde finales de este mes comienzan a salir una serie de DLCs titulados ¨La ciudad que nunca duerme¨ donde se amplia la historia y se nos presenta a Gata Negra, por ejemplo.

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Cameos:

Me he parado frente a la oficina de Alias
Un ciego me dio una tarjeta de unos abogados, Murdock & Nelson
Torre Stark
Embajada de Wakanda
Sancta Sanctorum del Doctor Strange

Y sí… Stan Lee de cocinero