jueves, 9 de mayo de 2019

Nuevo avance de Final Fantasy VII Remake

Hace nada se ha hecho público un nuevo avance del esperado remake de Final Fantasy VII con los primeros retazos de gameplay que vemos en casi cuatro años. Pone el hype aún más por las nubes. #FFVIIRemake


sábado, 4 de mayo de 2019

Análisis: Detective Pikachu (juego para Nintendo 3DS)


El juego maduro del día. Este tiene ya unos meses, pero me apetecía mucho traerlo aquí, más aún cuando se acerca la película homónima, protagonizada por Justice Smith y con Ryan Reynolds como la voz de este peculiar Pikachu. 

Sí, porque el pikachu que da nombre al título de este juego, DETECTIVE PIKACHU, no es el de Ash Ketchum. Para nada. Es más, casi es la antítesis del sempiterno acompañante del entrenador pokémon de pueblo paleta. 



Pero empecemos por el principio. ¿Qué es este juego? Pues claramente, no es una continuación, por así decirlo, de la saga principal de Game Freak, iniciada hace ya la friolera de 20 años en la portátil de nintendo de aquel entonces, la Gameboy con los Pokémon Rojo y Azul en España y Verde y Azul en el país del sol naciente. Este Detective Pikachu es uno de esos juegos paralelos, como podía serlo el pokémon ranger, o el pokémon pinball, o el juego de cartas de pokémon basado en las cartas de Wizards of the Coast. Pero es mucho más que eso, porque este cartucho, es más bien un spin off de la saga original. O puede que del anime. Sí señor. Porque aquí, tenemos hasta un cameo del Pikachu de Ash. O del pikachu de Rojo. Bueno, de “ese” pikachu. 

Detective Pikachu ha llegado este verano a nuestras 3DS. Dos años tarde, hay que decirlo, porque en Japón se estrenó en 2016. Y ha venido para triunfar. El juego ha sido creado por la subsidiaria de Nintendo, Creatures, que creo que ha hecho un trabajazo. Y os diré porqué. Pues porque en este juego tenemos ocasión, casi diría que por vez primera de sumergirnos en el mundo pokémon como no lo habíamos hecho antes. Hasta ahora, nuestra misión siempre había sido recorrer el mundo, ya fuese por Kanto, johto, Alola o la región que tocase, para combatir con literalmente quien se cruzara en nuestro camino. Y así hasta coleccionar todas las medallas de gimnasio y ganar la liga pokémon, convirtiéndonos en el mejor entrenador pokémon de todos los tiempos. En Detective Pikachu la cosa cambia. Al fin podemos explorar un mundo donde estas criaturas no son simplemente objetos, máquinas de combate usadas para ver quien la tiene más grande. Aquí los pokémon conviven con los humanos, trabajan, se divierten… son seres que viven en sociedad con nosotros.

Y en este mundo, nos trasladamos hasta Ryme City. A la ciudad acaba de llegar un joven llamado Tim Goodman. El padre de Tim, Harry, era detective en Ryme City, pero hace dos meses que desapareció tras un accidente de tráfico. Nada más llegar, Tim se ve envuelto en un asunto con unos Aipom ladrones y ¡pum! Se topa con un extraño pikachu. Uno al que Tim entiende. Sí frikis, porque este pikachu habla, pero además habla con un vozarrón y una socarronería como no hubiéramos imaginado jamás. Es hasta un ligón y le tira los trastos a más de una humana. De un modo u otro, Tim y pikachu acaban formando equipo para dar con Harry, el cual resulta que era el dueño de Pikachu. Por el camino, y a través de nueve interesantes capítulos, ambos detectives se complementarán para, además, averiguar por qué se están dando extraños casos de conflictos entre pokémon y humanos en la ciudad.

La historia, aparentemente sencilla en su comienzo, se va complicando y tensando cada vez más hasta llegar, tras 12 horas de juego a tremendo clímax. Mola además, porque el modo en que está escrita es muy detectivesco. Capítulo a capítulo, los personajes visitan la agencia de detectives Baker, la cafetería Hi-hat (sí, este pikachu es adicto al café) y van recorriendo diversos emplazamientos donde llevan a cabo sus investigaciones. ¿Cómo? Pues básicamente se trata de una aventura gráfica, muy al estilo Broken Sword, donde hemos de ir curioseando por la pantalla e interrogando a todo humano o pokémon que se nos ponga por delante. Sí, también pokémon, porque gracias a pikachu podemos comunicarnos con ellos también. 


Como herramientas contamos con nuestro cuaderno, donde tenemos un expediente para ir fichando todo cuanto vemos, personajes, pokemon, conversaciones… y un apartado de pesquisas donde anotaremos todo hecho importante en cada caso, lo que nos llevará a resolver los diversos misterios. Pero además hay pruebas y puzzles que hemos de resolver. 

La única gran pega que quizás tiene el juego es su nivel de dificultad. Resulta relativamente fácil, aunque el nivel aumenta según avanzamos en la historia. Pero es más que asequible, más aún cuando pikachu nos insta a hablar con él y nos va ayudando y dando pistas sobre el siguiente paso que hemos de dar. De hecho, Pikachu nos llama en ocasiones, pero también nosotros podemos llamar su atención cuando lo deseemos. Pikachu nos dirá algo a través de una divertida animática. A veces algo importante, otras algo divertido.

Así pues, no resulta aburrido para nada, pues es tal la riqueza de personajes, escenarios y pokémon, combinada con lo interesante de este mundo que ha creado la gente de Creatures donde humanos y monstruos viven en sincronía, que disfrutas el juego cosa mala, como si de una peli interactiva se tratase. 

Otra peguilla, aunque no es realmente tal, es el diseño de personajes. Funcional, pero simplón. Mola, pero está muy alejado del estilo habitual de los personajes de la saga central, lo que a veces me sacaba del universo pokémon un poquito. Pero salvando ese estilo cartoon, es un mundo muy rico y una nueva manera de ver la harmonía entre pokemon y personas lo que, junto con este pikachu vacilón, al cual han logrado darle una personalidad totalmente distinta a la del ratón amarillo que todos conocemos, haciéndole único, hace de este juego una aventura super entretenida que merece la pena explorar. 

viernes, 3 de mayo de 2019

Normal: Una novela de Warren Ellis


Traigo un librito que es poco más que un cuento. Pero me llamó muy mucho la atención en la estantería de la librería y no pude dejar de hacerme con él. Yo iba a comprar los cuentos infantiles que SM ha publicado de ET y Regreso al futuro, dibujados por la genial artista canadiense Kim Smith. Una delicia que os recomiendo, para los que tenéis peque, pero también para los que no, que rejoliándronos. Son preciosos. Ya que estamos en un programa de literatura… esto también es literatura, ¿no?

Pues con estos libros en las manos, de repente me topé con una novelita de 150 páginas, muy finita llamada Normal. La portada, bastante chula, llamaba la atención, pero lo que más capturó mi vista fue el autor. Warren Ellis. Frené en seco. ¡Wait a minute! ¿El mismo Warren Ellis de Planetary y Transmetropolitan? ¿El que ha guionizado la serie animada de Castlevania que tanto le gusta a Maite? ¿El de RED, la novela gráfica reconvertida a pelis con Bruce Willis como prota?

Pues sí, ese mismo Warren Ellis. El autor de comic y guionista, para los que no lo sepan, también tiene una faceta novelística. De hecho, ya antes había publicado Camino Tortuoso, que ya me la he apuntado porque mucha gente habla muy bien de ella, y Ritual de Muerte. 

A mí me pilló a contrapié, así que la tentación me pudo y la novela se vino conmigo a casa. 

¿Y qué es este NORMAL? Pues ya digo, una historia muy cortita, de 147 escasas páginas en su versión impresa y editada por Alianza Literaria, rama de Alianza Editorial. Una novela que de hecho se lanzó originalmente en forma digital y en cuatro partes separadas, como por fascículos. Cuatro partes, que ahora componen una historia completa. 

No obstante, tengo sentimientos enfrentados y sobretodo dificultades a la hora de analizar la obra. ¿Por qué?

Bueno, en primer lugar porque la he llamado novela. Pero quizás no sea la palabra adecuada. No porque por extensión se acerque casi más al cuento, sino porque Normal no tiene, precisamente, una estructura muy normal y, más que una historia per sé con pies y cabeza, acaba por ser un compendio de ideas, a cada cual más tortuosa y negativa sobre esos futuros post-apocalípticos que tanto le gustan al señor Ellis. 

Pero también tiene sentido, porque la acción de Normal, tiene lugar en un sanatorio mental y por ello, esta estructura, este batiburrillo de ideas y mensajes desoladores, están impregnados de un cierto tono esquizofrénico que le da un aire perfecto y caótico a esta historieta de manicomio. 

Además, me da la sensación de que este escrito es casi un experimento de Ellis, una especie de ensayo con tintes de ficción en el cual quiere verter, bajo la voz de una serie de personajes tocados del ala, cuáles son sus puntos de vista sobre la sociedad, la tecnología y el futuro que nos espera. Me da a mi que la mente de Warren está cual olla a presión y necesita de vez en cuando de una poca verborrea literaria, para bien o para mal. Para bien porque las ideas vertidas en Normal son de los más originales y para mal, porque es tal el chorro de información, que muchas veces carece de forma y consistencia. 

Como digo, la historia tiene lugar en un manicomio llamado Normal (normal head en el original) donde encierran a los futuristas, tipos a los que pagan por pensar y diseñar un futuro mejor. Pero tanto piensan que se vuelven locos, o como dice Ellis, miran al abismo y el abismo les devuelve la mirada. Entre los futuristas hay dos grupos: Los de previsión estratégica, que dependen de ONGs y buscan evitar desastres futuros, y los de Predicción estratégica, pagados por empresas de seguridad y corporaciones, que dan por hecho esos desastres y pretenden crear métodos para sobrevivir a los mismos. 
Nuestro protagonista se llama Adam Dearden, es uno de estos futuristas, recién llegado a Normal tras una crisis nerviosa. Adam es conocido por muchos por haber desarrollado un sistema de microdrones asesinos y después haberse arrepentido al ver cómo su invento le superaba, habiendo pasado por previsión y por predicción estratégica. 
Nada más llegar a Normal, otro interno desaparece y en su habitación, sobre la cama, aparecen 90 kilos de insectos de todo tipo. El pánico empieza a revolotear sobre las cabezas desquiciadas del sanatorio. 
Así, Adam se convierte en una especie de detective que trata de resolver el misterio del hombre desaparecido, haciendo migas con varios internos, a cada cual más bizarro, tratando de sacar algo en claro. 
De este modo, la novela se convierte en una suerte de colección de monólogos de estos extravagantes personajes a través de los cuales nos relatan sus miedos sobre un futuro muy oscuro. 
Personajes como Clough, un tío superdesagradable al que sólo calman amenazándole con destruir el único DVD de Danger Mouse que hay en el manicomio. 
O Lela, una urbanista a la que le falta un hervor. 
Colegrave, un hombre que lleva 15 años allí encerrado y que planea seguir viviendo en el centro hasta el fin de sus días. 
O mi favorita, Bulat, una mujer en simbiosis con su bioma. Habla en plural como Venom, pues su cerebro está en comunión con su flora intestinal, que también tiene cerebro y la guía a través del instinto crudo de la naturaleza. Eso y que come líquenes la hace adorable. Bulat intenta convencer a Adam de que escuchar a nuestro bioma nos conducirá hacia un futuro mejor. 
También está Dickson, un enfermero que va siempre a tope de anfetaminas para darle servicio a todo el mundo no teniendo que dormir. 
O la terapeuta, la Doctora Murgu.
Lo dicho, historias del manicomio. Paranoia y tecnofobia a cascoporro. Una lectura rápida que no ligera, pues como ya digo, los personajes de Ellis, a parte de superficiales (tampoco hay mucho tiempo para profundizar), son dispersos a más no poder y la mayor parte del tiempo nos la pasamos leyendo y avanzando con el pensamiento de “venga, que en algún momento voy a entender algo”. 
Al final engancha y gusta, entre otras cosas, por su humor negro, en ocasiones sutil pero descacharrante. Te asustas, porque el mensaje es chungo y desalentador. Piensas que este technothriller no está muy lejos de la realidad. Que la vigilancia constante, los drones, las armas, el control psicológico de masas y demás, está ya a la vuelta de la esquina, si no ejerciéndose en nuestro presente. Pero sobretodo piensas que has empezado a pillar de qué leches va la cosa en la página 145 y te dan ganas de volver a leértelo.