miércoles, 9 de enero de 2019

Bumblebee: Crítica


Puede que Bumblebee sea para algunos la película de Transformes más pequeña hasta la fecha, pero sin duda es un maravilloso homenaje a los fans de la G1 de Transformers, a los originales de los 80 y a la propia película de animación de Transformers y su BSO.

Desde luego, el guion de Christina Hodson es una típica historia de “amigo mágico”, similar a ET en muchos aspectos, es también peli de mujer y mosntruo, como la Forma del Agua, que puede ablandar muchos corazones al tiempo que nos da dosis justas de batallas cibertronianas y un toque ochentero de los que deja buen regustillo. 

Tras 11 años soportando al bueno de Michael Bay, y tras el destrozo doloroso que me pareció el último caballero, a la saga le hacía falta un cambio de dirección. Y qué mejor modo de cambiar de dirección que cambiando al director? (chistaco y risas enlatadas)

Tras Transformers 3 el lado oscuro de la luna, Bay dijo que se bajaba literalmente de la montaña rusa que había creado. Y debió hacerlo. La Era de la Extinción dio un giro curioso e inconexo al universo fílmico, con aciertos y grandes errores. Pero ya digo, TF5 se cayó con todo el equipo y a todos los niveles. La película era más una atracción de feria que una experiencia fílmica.

Aire fresco. Ha llegado Bumblebee y con ella un nuevo punto de vista sobre estas máquinas cibertronianas que se disfrazan de vehículos. Puede que Travis Knight, el director de Kubo y las cuerdas mágicas, haya hecho la mejor peli de transformers hasta la fecha. Me debato entre la primera de Bay y esta. Esta es buena, pero tampoco es perfecta. 

Lo genial es cómo Knight nos ha dado una patada para que volvamos de golpe a nuestra infancia y a esos dibujos animados de los 80. De hecho, arrancamos la peli en un perfecto Cibertron, que a la par que nos recuerda al que veíamos en el mismísimo opening de los dibujos clásicos, nos recuerda por meternos de lleno en la crudeza de la guerra civil entre Autobots y Decepticons, que aquí las cosas están feas y que esto va en serio. Es la guerra! Una guerra adulta, brutal y sin piedad. Como último recurso, Óptimus Prime, el de toda la vida, el que tengo en la estantería desde niño, envía a B127, un soldado autobot a ocultarse en la Tierra y a prepararla como nueva base de operaciones. Pero Bee aterriza en pleno campo de pruebas militar con John Cena de por medio y claro, se le echan encima. Para más INRI, un decepticon aparece para darle caza y se lía parda. Bee sale victorioso, se queda mudo, desmemoriado, medio muerto, pero vencedor. Sin embargo no le queda otra más que recuperarse y para ello, se disfraza de VW escarabajo y se queda en Stand By. 

Y como si de una peli de Herbie se tratase, la Lindsay Lohan de turno, consigue hacerse con el escarabajo y llevárselo a casa como regalo de cumpleaños… sólo para descubrir que ese coche es “more tía meets the eye”. Más de lo que los ojos ven. Charlie se da de bruces mientras trata de reparar el coche con la realidad: Su coche es un alien metálico de 3 metros. Esto que a priori suena peligroso, a una chica cuya vida ha quedado destrozada tras la muerte de su padre, amante del heavy metal y de reparar coches, le parece más que genial. La amistad y casi el romance están servidos. Con el coche y con el vecino de Charlie, Memo, compañero de aventuras y pupas reconocido. 

Ya digo, puede que los fans de la saga de Bay, ansiosos de cine palomitero de 3 horas, de fuegos artificiales y adrenalina, acaben disgustados con esta historia, que deja un poco de lado las explosiones para centrarse en las interpretaciones. Yo soy más fan de esta iteración. Más intima, más pequeña y donde los héroes y los villanos se lucen más. Porque una vez en la Tierra sólo nos centramos en dos antagonistas, dos triple changer llamados Shatter y Dropkick, pero es que, aunque intervienen lo justo, por fin se les ve un desarrollo como personajes. Dos agentes enemigos que engañan al gobierno norteamericano para hacerse con el fugitivo al que buscan. 

Digo en la Tierra, porque el festival de Cibertron es glorioso por sí solo. No sólo es ver a Optimus, sino a personajes tan carismáticos como Arcee, Cliffjumper, Ratchet o Wheeljack en el lado autobot. O a Shockwave y Soundwave, con sus casetitos saliendole del pecho en el lado decepticon.

Y Bumblebee… cercano al de Shia Lebouf, pero mucho más carismático. Más humano, capaz de mostrarse dolido, triste, furioso… y hasta cómico. Qué pasa si sueltas un robot gigante en casa? Os acordáis de la escena en que Elliot iba a clase y ET pululaba por su hogar? Pues imaginaos a este transformer en la misma situación. 

Y los humanos tampoco son aquí meros adornos. Charlie conquista nuestros corazones y a la par es una gran heroina. Memo… ya lo he dicho, un pupas, pero quién no se ha enamorado como él de la vecina de al lado? Otis, el hermano pequeño de Charlie es eso… el típico niño rata porquero que al final, se convierte en el mejor guardián de la heroína. Hasta su madre y su padrastro tienen sus momentos (no como los padres de Witwicky). John Cena… me vale de militar y tipo duro medio tonto. 

No hacen falta dinosaurios ni caballeros artúricos ni leches. Esto es 100% Transformers. Una historia simple, no carente de problemas de ritmo, pero que no se hace pesada y que, además, se entiende. 

Lo mejor es que como precuela, puede encajar perfectamente en la mitología creada durante estos 11 años por Bay y encima, su humanidad es fiel a los Transformers que todos disfrutamos y como cambio de curso, como corrección, es más que eficiente.

Un perfecto comienzo para una muy prometedora nueva era. 

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