lunes, 18 de marzo de 2019

Crítica: Umbrella Academy


Es sobretodo la historia de una familia disfuncional, más allá de si tienen poderes, son héroes eo villanos. 

Ojo al Showrunner, que es Steve Blackman, responsable de LEGION y ALTERED CARBON.

Es la versión de Gerard Way de la Doom Patrol de Morrison en DC. Pero más alocada y bruta quizás. Para mí el comic fue una gozada. Un experimento del cantante de my chemichal romance y el brasileño Gabriel Ba, que a mí me moló por lo atrevido tanto de los guiones, que se me antojaban un homenaje al género, pero con los slot twist adecuados para hacerlo interesante, un experimento en lo narrativo y en lo visual, con personajes divertidos y carismáticos y con tramas que arriesgaban sin mucho miedo a donde podrían desembocar. 

Sólo por mencionar la historia de refilon, todo comienza 30 años atrás cuando 43 mujeres que no estaban embarazadas dan a luz de golpe, a la vez ya nivel mundial. Siete de ellos son adoptados (o comprados) por Sir Reginal Hargreeves, Millonario, filántropo y extraterrestre, que los entrena para defender el mundo de una futura catástrofe, en la Academia Umbrella. 

La cosa es que esta esencia del comic se ha perdido en la serie, que juega un poco a lo que jugaba Marvel al llevar Netflix mediante a sus héroes más callejeros precisamente a pie de calle. Daredevil y el resto de Defensores eliminaban casi todo el factor pijamero en pro de crear una versión más oscura y realista de los héroes. Esto, sin embargo, no termina de funcionar con Umbrella Academy, porque para mi gusto, la magia del comic, estaba precisamente en el despiporre y la exageración. En sus villanos bizarros, en lo característico de sus personajes, una patrulla X 20 años después de abandonar a Xavier por mal padre. Personajes que aquí quedan bastante desdibujados, sosos, como rebajados con agua. 

Creo que hubiese funcionado mucho mejor con la mitad de capítulos. Eso sí, donde el cómic es un despiporre que mola, carece de coherencia narrativa, cosa que sí tiene esta historia televisiva, aunque flojee en su desarrollo. 

Un finale que en lugar de ser el crescendo de la suite apocalíptica, se queda un mero estribillo cutre, o ni eso, en un puente a la siguiente temporada. 

Lo mejor? Klaus y número cinco. Y eso que Klaus puede llegar a ser cargante y que su trayectoria queda muy difusa tras su instantáneo viaje al Vietnam de los sesenta. 

Pero lo de cinco es brutal. De verdad te crees que haya un asesino gruñón de sesenta años en el cuerpo de un quinceañero. 

Al final lo interesante es ver las relaciones y rivalidades que se han creado entre estos siete hermanos a lo largo de las últimas décadas. 

En lo visual y lo musical resulta impecable. 

La temporada pierde inicio hacia la mitad, por lo que digo que sobran capítulos. Algo ya muy habitual en muchas series de Netflix. Supongo que son estándares de la industria, pero no aprenden. 

Ahora que Marvel abandona Netflix, es momento de aprovechar. 

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