miércoles, 24 de abril de 2019

Crítica: STAR TREK DISCOVERY - Temporada 2


Cuaderno de bitácora… fecha estelar… ehm… 042019… abril vamos… la misión ha sido todo un éxito. Tras una primera temporada fantabulosa, la CBS no tuvo más remedio que darnos a los Trekkies un poco más de droga mala. Casi tan tóxica como el cristal de dilitio sin refinar. Nos prometió una segunda temporada de Star Trek Discovery y nos la concedió. 

La primera temporada llenó nuestros corazones. Fue el Star Trek que nunca habíamos visto. Coproducida por Netflix, nos mostraban una nueva tripulación y una nueva nave en un periodo nunca visto. Una guerra con los Klingon sucedida diez años antes de las aventuras clásicas de Kirk y compañía. Y todo ello en un formato novedoso en la franquicia. Poco más de una decena de capítulos con un arco argumental unificado y unos cliffhangers del copón. 

Pues esta segunda temporada ha sido rizar el rizo. Viajes en el tiempo, acción a raudales, tramas personales que tocan la patata, unos efectos especiales muy por encima de la media televisiva, con calidad de producción cinematográfica no sólo en el CGI sino en todo, maquillaje, vestuario… y una entrada en el canon trekkie por todo lo grande. 

La Enterprise original hace su presencia aquí. Y su primer capitán, Cristopher Pike, a quien vimos en el piloto del Star Trek de los sesenta, The Cage, más adelante, deforme y en silla de ruedas tras un accidente y en una versión alternativa en la línea Kelvin de las películas de Abrams. 

Pues este Pike hereda la silla de capitán de la Discovery y aunque al principio nos planteaba dudas, porque Jason Isaacs y su capitán Lorca habían dejado el liston muy pero que muy alto. Ala, ha sido darle a este señor, Anson Mount, la más mínima oportunidad de convertirse en Pike y ha conquistado el universo Trek como nadie antes lo había logrado. 

Bueno, en realidad toda la tripulación de esta Discovery deja huella. Michael, la hermanastra de Spock, Tilly, Stamets, el Saru de Doug Jones, magistral… todos, hasta los más secundarios. 

Pero ya digo, la introducción de la Enterprise, los guiños a la serie original, las referencias, el canon llevado al 2.0, Pike, Número Uno y la aparición de Spock, hacen de esta una temporada maravillosa. 

Sí, Spock, interpretado esta vez por un muy sexy Ethan Peck. Yo le veía demasiado hombrón para el papel, pero desde luego lo ha bordado. Y es que de algún modo esta temporada ha sido sobre él y su transformación para encontrarse a sí mismo y convertirse en el vulcano que todos conocemos. Aquí vemos a Spock 10 años antes de conocer a Kirk, pero el camino que le marca Michael Burnham, su semi hermana, es el correcto. 

Ah, claro, Michael. Sonequa Martin Green. Qué decir que no se haya dicho? Esta actriz es simplemente espectacular. Sus registros, su capacidad para ser el ser humano más tierno y el más agresivo al mismo tiempo. Perspicaz, audaz, mordaz… y muchas más cosas acabadas en AZ. De eso es esta chica… CAPAZ. 

La trama no la voy a desvelar porque conviene verla. Y de veras que es una serie imprescindible para los fans, pero también totalmente asequible para todo aquel al que le gusten las buenas producciones de ciencia ficción. Esta vez tenemos sucesos que amenazan el universo y la existencia misma. Una inteligencia artificial malévola y viajes en el tiempo. De hecho, la Discovery acabará embarcada rumbo a la tercera temporada, ya confirmada por Alex Kurtzman, a los mandos del universo televisivo actual de Star Trek, una temporada en la que se nos mostrará un universo nunca visto antes, enfrentando a esta super tripulación a eventos más allá de toda cronología conocida en la franquicia. Deseando estamos ya. 

Vivimos una época de gloria y bendición. Star Trek Discovery, The Orville, más trekkie que la propia Star Trek y ya en producción una nueva serie que pinta exquisita sobre el Capitán Picard con un Sir Patrick Stewart que a sus 80 añazos sigue dando guerra.  

Larga vida y prosperidad

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