domingo, 28 de abril de 2019

Crítica: THE MARVELOUS MISS MAISEL - Temporadas 1 y 2


(sonido de micro que se acopla)

¿Hola? Hola, buenas noches… 

Tengo una pregunta que me lleva reconcomiendo por dentro años. Os la suelto y así os fastidiais vosotros también. ¿Si Hitler y Cantinflas se besan en la boca sus bigotes no se tocan, verdad?

(abucheos)

Vale vale… joe, nunca dije que fuera un buen monologuista. De hecho la Stand up Comedy es muchísimo más que coger un micro y subirse aquí al escenario. Hay que valer. Se requiere valor, carisma y trabajo duro. Analizar a la audiencia, tener gracia y sobretodo algo que contar. 

Es el caso de Midge, Miriam Maisel. La mejor cómica que ha visto Nueva York en el siglo XX. ¿No la conocéis?

Si hombre, la increíble Señora Maisel. Bueno, pues si no os suena, ya estáis tardando en poneros a disfrutar de sus aventuras, porque son un must. De hecho, es un delito que no la hayamos traído antes. En serio. 

Lo malo es que soy de hacer buenas críticas, nos cuesta ser malos, casi todo nos gusta… y por eso será difícil que valoréis esta serie si digo que es un must, que es redonda o la mejor comedia que he visto en años. Perfecta a todos los niveles. Unos guiones fabulosamente escritos, un elenco y unas interpretaciones magistrales, un trabajo de cámara y fotografía preciosos con una nueva york de los años 50 que no deja indiferente. Amazon Prime Video no ha reparado en gastos. 

A veces te sientas a ver una sitcom y ésta tiene sus momentos o su personaje, como Sheldon, o Barney Stinson… aquí todos los momentos cuentan y cada personaje es una risa. Casa plano es precioso. Cada chiste desternillaste 


En La Maravillosa Miss Maisel, todo es un no parar. Amy Sherman-Palladino, quien antaño fuera showrunner de las Chicas Gilmore, y su marido Dan, han sabido recoger un montón de piezas dispersas y combinarlas de forma majestuosa en esta serie que ya consta de dos temporadas. 

Dos temporadas que tratan sobre la ambición sobre los sueños y esperanzas y sobre los desafíos de una muchacha que sin duda, tiene mucho que decir. 

Rachel Brosnahan, a la que puede que recordéis por House of Cards, es Midge, judía pudiente en la Nueva York de los años 50. Sujeta por ello a las reglas y convicciones de su religión y su estatus social. Y, de repente… divorciada con hijos. Sí, porque su marido Joel, que quiere ser monologuista, sufre una crisis de los 30 y decide dejar a su mujer por su secretaria. 

La cuestión es que Joel tiene poco talento para la comedia. Pero no así Midge, quien le ha acompañado a cada oscuro y maloliente club neoyorquino, quien ha escuchado cientos de chistes, buenos, malos y peores, quien tiene un don natural para el humor.

Y por eso, la repentina situación familiar de Midge hacen que acabe borracha y semidesnuda dando un discurso en el Gaslight (local real de Nueva York donde surgió lo mejor de la Stand Up),  ganándose al público… y yendo a la cárcel. Acaba de nacer una monologuista. 

A partir de ahí todo es cuesta abajo. Pero ya digo, lo genial es que cada momento es para recordar y cada personaje un lujo. Los padres de Midge y de Joel, consuegros constantemente enfrentados, dos familias judías de alta cuna que fanfarronean constantemente para demostrar su  lugar en la sociedad. Estas escenas son de lo mejorcito. Hasta Zelda, la criada o el niño de Midge y Joel, tienen gran valor. O Astrid, su cuñada, mi favorita, una pasional e inocente moza que se ha reconvertido al judaísmo y se lo toma más en serio que cualquier otro miembro de la familia. Salen poco, pero cada vez que lo hacen sube el pan. De la mano de Midge va siempre su manager, Susie, una camarera del Gaslight que es la antítesis de Mrs. Maisel. Tosca, vulgar, siempre la confunden con un hombre… un dúo genial al más puro estilo Quijote y Sancho. En la segunda temporada aparece también Shazam!, Zachary Levy, o cameos como el de Rufus Sewell, el obbergruppenfuhrer del hombre en el castillo. 

Y luego está el guión, ya digo, inteligentísimo. Cada frase, cada chascarrillo. Humor inteligente, fino, bien hilado e inesperado. Siempre perfecto y nunca con calzador. Diálogos cargados con mucha ironía. Siempre ágil. Es un desenfreno. 

Y el punto y final que funciona como broche de oro para todo amante de la Stand up comedy. Los personajes y lugares reales que pululan por el show. Empezando por uno de los padres del humor observacional, Lenny Bruce. Pero también Mort Sahl, Totie Fields, Joan Rivers… y un centenar que a los españoles de a pie pueden no sonarnos, pero que si te pones a indagar verás que de un modo un otro son los precursores de la stand up que tan moderna parece. 

Los Sherman Palladino lo han logrado. Hacer una comedia sobre la comedia. Casi como Ignatius aquí en tierra patria, pero bien. Dos temporadas que no os podéis perder si os gusta el chiste inteligente, las interpretaciones de 10, el mundo de los monólogos, el humor judío o la vida en la Nueva York de los 50. Drama, romance y humor. Alimento para el alma y el cerebro. Lo dicho, un must. 

Ala, ya lo he dicho. Ahora me voy a seguir pensando en bigotes de cómicos y dictadores. Muy buenas noches.

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