viernes, 22 de diciembre de 2017

Análisis de STAR WARS VIII: Los últimos Jedi

Ampollas está levantando este episodio VIII de Star Wars dirigido por el señor Rian Johnson. Sí, es cierto, no es perfecto, es imposible. Pero es una gran aventura de Star Wars. De veras no entiendo a la gente que dice aquello de “este no es mi star wars, que me lo han cambiao”.

Este “Los últimos Jedi” es una continuación natural y perfecta del episodio VII, que se va tiñendo algo más de oscuridad, que sí, tiene algunos WTF, pero que avanza sin pararse a regodearse en el pasado como quizá si hizo un poco “el despertar de la fuerza”.

Sentemos las bases para esta crítica: Estamos hablando de una nueva trilogía. Disney ya lo dijo hace dos años. Carrie Fisher, Mark Hamill y Harrison Ford lo dijeron: Esta trilogía no es sobre nosotros. No es sobre Luke, ni Leia ni Han. Es sobre una nueva generación. Y eso es exactamente lo que está ocurriendo. Poe, Finn, Rey, Ben… ellos son los verdaderos protagonistas. 

Dicho esto, ya digo, continuación natural de la historia. Eso sí, narrada de un modo muy interesante, a tres bandas por Mr. Johnson, que en paralelo nos relata cómo los resquicios de la rebelión son perseguidos a la velocidad de la luz por la nave de Snoke, cómo Rey busca aprender los caminos de la Fuerza con Luke y cómo Finn y su nueva amiga Rose, tratan de conseguir unos códigos ayudados por DJ para deshacerse precisamente de esa nave que les persigue por la galaxia. 

Tras los habituales párrafos de introducción entramos de lleno en una suerte de escaramuza estelar que implica a la Rebelión y la Primera Orden, al más puro estilo Aliados Vs. Nazis en la IIWW, y más tarde retomamos la historia de Rey en Ahch-To. La joven ha ido en busca del gran maestro Jedi, el último de su religión, el gran Luke Skywalker. Pero lo que se encuentra allí es un ermitaño que ha rehuido de todo. De la Fuerza, de su religión, de su familia, de todo… esto, que a mucha gente le ha molestado, es lo que le hace interesante. Mucho hemos disfrutado de Luke y sus descendientes en el universo expandido de Star Wars, ahora Leyendas, y Disney no nos ha querido brindar eso. Lo deja entrever. Se lo guarda para nuevas novelas. Pero en la pantalla grande, lo que vamos a ver son los últimos días de quien despertó en nosotros las ganas de ser un jedi en los 80. A modo de comparativa, diré que la historia de Luke que se nos plantea en LOS ULTIMOS JEDI, bien podría ser uno de aquellos números de Marvel que presentaban la última historia de Hulk, o de Logan… Pero no es eso en cierto modo más divertido? Ver como el gran maestro ha descendido a los abismos y esperar a ver qué pasa, a ver si es capaz de salir de allí o no.

En general los fans esperaban que Luke se convirtiese en el nuevo Yoda, en un Miyagi que se dedicase a entrenar a Rey. Pero las cosas no son tan sencillas y nunca van a salir como deberían. Ya lo dice Luke, no? "This isn't going to go the way you think."

Para quienes busquen paralelismos con el Imperio Contraataca, por aquello de ser la segunda de una trilogía y porque de igual modo hubo paralelismos entre los episodios VII y IV, pues decir que sí, que algo hay. Rey busca un maestro en un mundo perdido, como Luke fue a Dagobah a ver a Yoda, la mayor parte de la peli ocurre en el espacio, a modo de persecución, como ya ocurriese con Han y Leia en el episodio V. Pero para de contar. 

En general, la película avanza por estas 3 líneas argumentales. Ni más ni menos. Lo más interesante? La relación que se establece entre Kylo Ren, Ben Solo y Rey. Esta es quizás el episodio de la Guerra de las Galaxias más íntimo y personal y se hace mucho uso de esta relación y de la duplicidad de la Fuerza, con ejércitos y personajes individuales en constante conflicto, entre ellos y consigo mismo. Para mí, la transición y evolución de Ben, debatiéndose entre luz y oscuridad es lo que el cuerpo me pedía cuando Anakin se acercaba al lado oscuro. Por cierto, Kylo está menos llorón (un poco) y es de agradecer. Pero sigue siendo niño de pataletas, como Rey sigue siendo una optimista empedernida. Lo siento por todos aquellos que pensábamos que la muchacha giraría hacia tierras tenebrosas o le dábamos importancia a la figura de los jedis grises. Una maldición ser fanboys. 

En fin, también disfruté mucho de personajes familiares, de los que esperaba y más aún de los inesperados (NO SPOILERS). Y, por qué no, de los personajes nuevos. Todo el mundo odia a Rose como si de Jar Jar se tratase, pero sinceramente, es la única realista con los pies sobre la tierra. Para mí un ejemplo genial de rebelde al uso. Laura Dern como Vicealmirante Holdo también mola. Presentada en la novela de LEIA, es clara aprendiz de su amiga y tiene un momento badass de los que creo que harán historia en la saga. Y DJ, el personaje de Benicio… pues un personaje molón, pero totalmente infrautilizado. 

Esta es una cuestión que me preocupa en general. Ocurre con los más familiares. Chewbacca, R2, 3PO… pero puedo entenderlo, ya lo he dicho, son meras sombras del pasado que se cruzan con una nueva generación. Pero Phasma, Hux, Snoke… estos tíos, que son los malotes de la historia necesitan otra clase de presencia. No necesitan más trasfondo, que a fin de cuentas de Darth Vader o del Emperador poco se sabía en las pelis originales. Pero imponían, como me imponía Orson Krennic en Rogue One.

Es un tema de edad? Tiene que ver también la diversidad racial?

Momento de hacer un comentario comparativo entre esta trilogía y la historia aislada de Star Wars. No es sólo el tono, es que veo claramente que Disney enfoca esta historia a un público más joven y por ello, los personajes son más… pues eso, más Disney. Porque de veras que me chirría constantemente que Hux o Kylo Ren sean los líderes de la Primera Orden. Necesitamos urgentemente un gran Almirante Thrawn, un Krennic, un Garrick Versio del Battlefront, un Tarkin, un … un tipo maduro y con mala baba, con bagage político y valores, oscuros pero valores plausibles y justificados.

En cuanto a la duración, diré que también se podría acortar. Demasiada batalla en Crait, escenas o líneas argumentales como la de Finn en el Casino o el momento cueva de Rey, podrían ser más cortas. Y otras, esos WTF que mencionaba al principio, podrían desarrollarse más. 

Rian Johnson ha hecho algo único, desde luego: ha liberado a Star Wars de muchas de sus cadenas (iba a decir que ha ido donde ningún hombre fue, pero eso es de otra saga).


Hilos que se abrieron en la anterior película, cabos sueltos que parecían lo más importante, se resuelven de forma simplérrima y casi torpe y dejan a JJ Abrams unos cuantos entuertos que desfacer y con la ardua tarea de imponer un final que deje contenta a la audiencia y que cumpla con las expectativas que la nueva trilogía de la saga ha planteado desde 2015. Pero también le dejan tierra yerma en la que explorar y con la que sorprendernos. Toca esperar a mayo de 2019 para juzgar.

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