jueves, 25 de octubre de 2018

Crítica: Las terroríficas aventuras de Sabrina - Temporada 1

Qué poco conocedores somos en general en España de los comics de Archie y qué guerra empiezan a dar dos series basadas en su universo.

Por un lado tenemos Riverdale, que ya lleva un tiempo rodando y tres temporadas de Netflix que aquí por derechos tiene Movistar+ y que nos plantea precisamente un prisma diferente con el que mirar a Archie y sus amigos, uno bastante más real, oscuro y retorcido. Ya lo hicieron los comics, que en 2015 se relanzaron con un tono más adulto. Ahora le toca a las series.

E igual ocurre con la serie hermana de Riverdale, las escalofriantes aventuras de Sabrina, la bruja adolescente. Olvidaos de Melissa Joan Hart y de ese gato parlanchín que hacía chistes sobre José Luis Moreno. Porque la Sabrina de Netflix es la antítesis de su versión sitcom pero conserva todos los elementos propios de Sabrina. Como ocurriese con Riverdale, Roberto Aguirre-Sacasa ha cogido a los personajes de la bruja adolescente y los ha puesto en un contexto mucho más oscuro. Chungo, brujeril y satánico.

Porque sí, están todos: Sabrina, las tías Hilda y Zelda. El inocente Harvey Kinkle. Salem. Incluso Ambrose, el primo de Sabrina que salía en la serie animada de Filmation si alguno¡ la recuerda. Pero todos son diferentes. Esta vez toca contar una historia de brujas sin tapujos. Esta Sabrina, es un poco como debería ser la Buffy del 2018.

La historia arranca con Sabrina, una vez más una medio bruja que ha de decidir si vivir entre mortales o junto a su aquelarre. Y debe hacerlo ni más ni menos que en su deimosexto cumpleaños, el cual casual casualidad también coincide con su Bautismo Oscuro, su firma en el libro de Satán, el señor Oscuro y su consecuente entrada en la Iglesia de la Noche, de la que su padre fuese Sacerdote antes de morir.

Así pues, Sabrina Spellman ha de vérselas entre sus amigos del instituto de Greendale y la Academia de las Artes Oscuras de la Iglesia de la Noche. En Greendale tiene libertad, con las brujas, poder. Y ella los quiere ambos. Entre otras cosas, para acabar con el mismísimo señor oscuro el cual nunca dejará que Sabrina obtenga ese poder porque Sabrina… es una mujer y Satan… bueno, pues eso, un hombre.

La verdad es que el mensaje feminista y de empoderamiento que subyace bajo la mitología de los aquelarres queda patente aquí y a mí me ha encantado.

En esta serie las brujas comen carne humana, miran con desprecio a los mortales y asesinan. De hecho incluso entre ellas. Sólo hay que ver cómo Zelda le revienta la cabeza a su hermana Hilda y la mata cada vez que se mosquean. Zelda y Ambrose no dejan de fumar. Hay sexo entre brujas a calzón quitao...

El tono, desde luego, es oscuro, creepy, a veces campy y divertido y casi gore. Y es muy de agradecer. Te das cuenta de lo interesante que pueden llegar a resultar estos personajes cuando abandonan lo edulcorado y penetran en un mundo adulto sin tapujos.

Para los Whovians, hay que decir que tenemos a una mala malota encarnada por Michelle Gomez, la Missy de Doctor Who, personalmente el mejor Amo que ha dado la serie en sus
Más de 50 años de vida.

Los fans de la sitcom, ya digo, echarán de menos que Salem hable. Lo cierto es que su papel, aquí se desdobla entre Ambrose y el felino. Pero por lo que se deja ver del familiar de cuatro patas, la historia de Salem Saberhagen, el conquistador, puede dar mucho juego en futuras temporadas.

En cuanto a la estética, me ha encantado, porque han sabido darle lo mejor de la estética gótica, lo más chulo de los años 50 y mantener la historia en el presente, pero de forma muy sutil. Si no fuese por la aparición de algún teléfono móvil o por ciertos comentarios relacionados con la cultura popular cinematográfica no sabrías en qué época transcurre. Los vehículos, la música en ciertas escenas y hasta las televisiones son… muy de los 50.

En general un gran regreso de la bruja adolescente. No perfecto, eso sí. Pues a veces puede no mantener el nivel. Hay capítulos fantásticos mientras que otros, con demonios con careta de goma, no son tan placenteros. Pero en general, como planteamiento, como experimento y atrevimiento, a pesar de lo irregular del tono, creo que Sabrina funciona fenomenal. Hay que tomárselo, como lo que es. Como dice Zelda al matar a su hermana, es un juego, un juego oscuro.

Cuanto menos, escalofriantemente divertida. Y además… ya se filma segunda parte.

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