domingo, 9 de diciembre de 2012

Sobre J.R.R TOLKIEN...


Qué incómodo resulta cuando tratas de bromear con un amigo (más aún con tu pareja) diciendo aquello de "NO PUEDES PASAR" y te responden algo así como "¿Eso qué es? ¿Imitas a un portero de discoteca?"

En ese momento te hundes, por no decir que, además, tienes que comenzar a dar un montón de explicaciones: Que si Gandalf, que si un mago nunca llega tarde, que si el Balrog… 

Un royo ¿verdad?. Pero no os preocupéis, que precisamente para eso están las frikipills, vuestra dosis periódica de subcultura. 

La sexta frikipill estuvo dedicada al papá de la Tierra Media: JOHN RONALD REUEL TOLKIEN.



El HOBBIT:

En septiembre de 1937, Allen & Unwin publicó El HOBBIT, la primera novela de Tolkien que vio la luz. El profesor de anglosajón tenía entonces 45 años y de no ser por una antigua alumna que le animó a escribir, nunca hubiese publicado un solo libro. Tolkien era un mitopoeta, un genio con un vastísimo conocimiento de las fuentes mitológicas y literarias que, sin embargo, se complicaba la vida a si mismo. Tolkien entraba en bucle, se colgaba como un 486. Redundancia cíclica lo llaman los informáticos. En su caso, se liaba reescribiendo continuamente sus textos. 


En los primeros meses de 1938, El Hobbit se convirtió en un Best Seller en Inglaterra y los EEUU, ganándose a la crítica y a los lectores. Así pues, la editorial le propuso a Tolkien una segunda parte del libro, que debería comenzar en Hobbiton de la mano del aventurero, a la par que hogareño hobbit, Bilbo Bolsón. Pero Tolkien no tenía intención de continuar escribiendo sobre los pequeños medianos de la Comarca. Él prefería aprovechar otros personajes de sus historias cortas, como Tom Bombadil y otras situaciones de aquel universo que había creado. Así pues, el camino se volvió áspero y tortuoso (como el pan de lembas). 


¿CÓMO EMPEZÓ TODO? 

Tolkien se había familiarizado desde joven con relatos nórdicos como el de Sigurd el Völsung, vencedor del dragón Fafnir. El joven John, como buen frikazo, incluso aprendió noruego para leer estas leyendas en su lengua original. Tolkien se propuso enseguida a crear su propio universo. Así, en 1914, escribió El viaje de Earandel, el Lucero de la Noche, donde mencionó por primera vez la Westerland que retomaría en el Silmarillion. Por entonces, el autor llevaba varios años ya creando su "absurdo lenguaje de las hadas", la base de las lenguas que acabarían siendo el Quenya y el Sindarin, fundamentales en su obra. 

Tolkien incorporó a su universo razas propias de la mitología nórdica: Elfos, gigantes, enanos, trolls, dragones, dioses, héroes… e incluso anillos mágicos, asociados con el reino de los Nibelungos. Incluso los nombres de muchos personajes proceden de estas sagas nórdicas: Smaug, Balin, Fili, Kili, Bofur… hasta existía un enano llamado Gandalf. Todos ellos procedentes de un texto, la Edda Menor, escrito por el islandés Snorri Sturlusson en el siglo XI.


Y MARCHÓ A OXFORD

Durante la primera guerra mundial, Tolkien marcha al frente y sus vivencias quedan plasmadas después en el heroísmo de los Hobbits y la desolación de Mordor. Tras ello, Tolkien seguiría creando su mundo en la universidad de Leeds. 

Tolkien comenzó por escribir la Historia de Turin Turambar, vencedor de Dragones, o el romance de Beren y Luthien. Pasado un tiempo, el autor abandona Leeds y se instala como profesor de Anglosajón en Oxford. Allí conoció a C.S Lewis, el creador de Narnia, amante también del mundo legendario nórdico y con el que sintonizaría al instante. 

Y HASTA AQUÍ...

Hasta aquí una breve introducción sobre el creador de la Tierra Media y las Tres Edades. En breve regresaremos al verano de 1938, cual Marty McFly para ver cómo Tolkien salió de su bloqueo creativo y el mundo de El Señor de los Anillos comenzó a írsele de las manos... literalmente. 

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